"Ataques suicidas"
Me besaste mientras en la pantalla
la Hepburn cantaba sentada en la ventana.
¡Qué tarde aquella!
Días que sabían a mosto barato
y olían a sábanas blancas y húmedas.
Amores clandestinos.
Y contábamos las hojas que caían,
desnudos por el parque, a solas.
Como dos locos de atar.
En los bares de las contrariedades
bebimos y gritamos hasta desfallecer.
Noches de miel.
Noches de alquitrán en las suelas
y de escarcha muda en los jadeantes ojos.
La luz y la sombra.
Estaban en guerra tu día y mi noche
tu espalda y mi lengua, tu Sol y mi Luna.
Ataques suicidas.
Creo que sonaba Silvio en el ambiente
cuando depuse mis maltrechas armas al amanecer.
Bandera blanca.
Y nos volvimos a besar a media tarde
mientras el mundo se destrozaba y marchitaba.
¡Qué tarde aquella!
© Miguel Ángel Rincón Peña.
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